lunes, 31 de diciembre de 2007

Alegre Navidad

Igual que hago con mis postales de navidad (si las escribiera), este post a mitad de fiestas, que es más original y tengo más fundamento para despotricar (mi deporte favorito). Ya han llegado, oh, las navidades; y esa magia que flota en el ambiente, ese día especial en que nuestros sueños se vuelven tangibles, el momento en que los milagros surcan las calles y todos nos tenemos que sentir como George Bailey al final de Qué bello es vivir. El caso es que ya se nos acaba el año y yo he visto menos magia que en el Día del Orgullo Muggle, mis sueños son menos tangibles que nunca debido a un episodio de insomnio y el único milagro que he presenciado es que las mozuelas que salen con los bajos de las faldas a media nalga no caigan redondas al suelo víctimas de la hipotermia.

Si es que esto parece Latveria: todos felices por edicto imperial. Entre la televisión, los corteingleses, las luces que invaden la ciudad como un enjambre de luciérnagas borrachas y los villancicos sonando a todo trapo -tan exasperantes en ocasiones como la canción del verano- nos meten en la cabeza que tienes que estar alegre y contento, rodeado de amor y buen rollo y con una pila de regalos que avergüence a la pirámide de Keops. Bien, ¿y qué pasa si no estás super-feliz, el amor no ha llamado a tu puerta (nunca abro, no vayan a ser los mormones) y lo más especial que te ha ocurrido es que has probado un caramelo que realmente sabe a piña? Sí, es que estoy redescubriendo los Sugus...

Pues eso. Que a mi las navidades no me hacen sentir más feliz, y tampoco me deprimen o me vuelven un psicópata suicida (bueno, psicópata lo soy todo el año así que no se nota la diferencia). Estoy normal, ni triste ni contento. Como cualquier día del año. Pero claro, eso es alta traición contra el espíritu de las fiestas y blablablabla naaaaah BLAM, BLAM
*El Pirata sopla el humo de sus pistolas* sayonara, Pepito Grillo...

No es que no me guste la Navidad. Sencillamente me da igual; cuando no puedes contribuir al aluvión regalil (qué mal suena) porque tu economía zozobra, no tienes a esa persona especial para compartirla que sale en los anuncios de colonia y no tienes nada que esperar, es difícil que haga mella en tu ánimo, para bien o para mal.
De hecho sí que hay algo que me gusta: los cuentos de navidad. Me acuerdo ahora de Das Wunschpunsch (El ponche de los deseos) de Michael Ende, uno de mis favoritos. Tengo que releerlo. Pero claro, es que los cuentos siempre me han gustado.
Y de hecho, sí que hay algo que no me gusta: el puto gordo de la barba blanca. Puedo decir "Voldemort" en voz alta sin ningún problema, pero mentar al Sr. Trineo de Renos me produce sarpullido. Lo siento Nicolás, no es culpa tuya, pero es que te han destrozado la reputación. No es ningún rollo xenófobo, pero soy monárquico de toda la vida y aquí nos traen los regalos Sus Majestades los Reyes de Oriente, y tu presencia aquí es invasiva y arribista. En otras palabras, estoy hasta los mismísimos de ver tu cara redonda y tu trasero inflado trepando a todos los balcones. A ver si este año Baltasar se acuerda de traerse de casa el lanzagranadas para reventarte el trineo y poner en libertad a esos pobres renos, que tienes contentos a los de ADENA. Vuélvete a Laponia si todavía quieres hacernos creer que vienes de allí; pero todos los frikis sabemos que eres otro de los Istari de cuya suerte no se volvió a saber, Nikolaus el Rojo.


Los Tres Superguerreros de Oriente. Acojonan, ¿eh? ;P

Está claro que no nos inventamos nada con estas fechas; todo el mundo celebra, de un modo u otro, el cambio de año. Si a alguien le interesa saber de dónde procede la celebración navideña puede echar un ojo a esta página, una explicación que por una vez está bien fundamentada y no se limita a citar la wikipedia.

Feliz Navidad, gente.

El Maldito Pirata, con las pipas cargadas para el Año Nuevo

martes, 18 de diciembre de 2007

Invierno y pereza

Un post cada dos meses... sí, soy lo más vago que ha parido madre. Me da peraza escribir, ¿pasalgo? Además se acerca mi época más borde y destructiva, la Navidad. Tal vez hasta escriba algo y todo, un día de estos. Supongo que lo haré, porque si me muerdo la lengua me enveneno.

Nota mental: afilar el hacha de despanzurrar papanoeles.