martes, 4 de noviembre de 2008

Verano movido (parte 1):

Bueno va, voy a escribir un poco para que mis ávidos lectores dejen de acosarme con que no actualizo. Ah, no, se me olvidaba que esto sólo lo leo yo...

CURSO DE VERANO VALLADOLID 2008


El inevitable comienzo de la época estival. Esas dos semanas repletas de estrés y trabajo incesante que, aparte de brindarme la oportunidad de ejercer la docencia en campos más bien poco usuales (creo que a día de hoy es el único lugar donde "Juegos de rol" y "Monólogos cómicos" figuran como asignaturas oficiales del currículo), suelen dar lugar a divertidas anécdotas que se convertirán en leyenda en los años venideros.

Aunque otros años he sido monitor oficial residente, esta vez le tocó a mi amigo Sam tomar el puesto como custodio de esos encantadores diablillos. Contábamos con la ventaja de haber cambiado a una residencia más amplia y menos restrictiva, así que no hubo huelga con las plantas de interior (ni preguntéis) ni otros actos de rebeldía. Entre otras mejoras estaba la de una comida apropiada para seres humanos, una amplia sala de juegos y la ausencia de seres de ultratumba tipo Bartolo... bueno, casi.

Como el curso en sí fue relativamente tranquilo y rutinario (intentad decir eso con un polvorón en la boca), pasemos a lo interesante: incidencias y anécdotas varias.

-Los últimos integrantes del anterior G1 -AKA "grupo de los mayores"- se graduó el año pasado, así que oficialmente tenemos una nueva generación de esa casta superior que disfruta de privilegios como sentarse en la parte de atrás del bus, salir de fiesta el fin de semana y perder el apelativo de "mediano". Bueno, de eso no sé si se librarán todos :P La evolución en algunos es notable: nuestro entrañable Diego ha pasado de estropajillo hobbit a melenón jevi. Víctor, antes "el pequeño de los mayores" ha pasado a ser el mayor absoluto de la nueva generación del G1. Snif, cómo crecen...

-Sam inició la iniciativa (toma ya) de hacer un juego cada noche, siendo cada vez uno el encargado de decidirlo/prepararlo. Inventamos el Scattergories multilingüe para poder jugar al tiempo con nuestros apañeros americanos. Aprendimos palabras que dudamos que existieran, y otras que sinceramente esperamos que no existan. Es lo que tienen las relaciones internacionales; eso y la Copa América, que al parecer no se celebró este año por estrechez de la única candidata.

-En la cena de clausura me tocó ejercer de enlace diplomático oficial con los americanos (es lo que tiene ser filólogo), circunstancia que unida al despiste de Sam hizo que me perdiera el momento de la salida (de fiesta, claro) del G1. Así que tuve que tirar de poderes y localizar su aura entre la multitud de borrachos nocturnos. Funcionó, por si os lo preguntabais. Supero mi caché de popularidad al lograr que un bar al completo aplauda cuando entro; cualquier día se me va a subir a la cabeza... Se nos unieron habituales del curso de invierno y alguna que otra vieja gloria. He obtenido un nuevo poder: Transformación Instantánea (a Hugo de blanco) para pasmo de los presentes.

-Asedio orco: por estrictas circunstancias diplomáticas fuimos a parar al Capitán Garfio, con Sam desesperado porque no conseguía que tocaran el Paquito Chocolatero (ya son ganas...). Saqué un crítico accidental en Carisma y tres lobas locales iniciaron maniobra de aproximación. Reaccioné colocando a Sam como escudo humano (sé que es rastrero, pero el instinto de supervivencia es así), lo que me permitió pasar el resto del tiempo tranquilo y a mi bola. Hasta que nos marchamos y una tipa del bar sale a decirnos que nos hemos dejado a alguien. Sam y yo entramos de nuevo para comprobarlo, y caigo como un pardillo en la emboscada: acorralado entre las tres lobas. Ni rastro de mi compañero. Excusa posterior a mi huida y re-localización del grupo: "parecía que te lo estabas pasando bien". Cabrones... ¬¬

-Pesadilla surrealista de Hugo 2: Habemus Lapa. Tras un recuento negativo de garitos con posibilidades de ofrecer entretenimiento nos retiramos a la residencia. Buscamos un juego con el que hacer after-hours, lo que inevitablmente lleva al "Yo nunca". Creo que Sam y yo sacamos más trapos sucios a aquella pandilla diecisieteañeros que ellos a nosotros.
Y cuando estamos alcanzando un estado de plácido sopor, apareció. Creíamos que Bartolo era insuperable, pero el personal de estas residencias alberga horrores que es mejor no despertar. Éste en concreto llevaba una tajada mediana -si no algo más- y se "unió" a la conversación por el resto de la noche. Prototipo de jovenzuelo "soy universitario de veintipocos y tengo más experiencia de la vida que vosotros"; no necesitó mucho para hacer que uno de los más jóvenes se rebotase, fastidiando el ambiente y haciendo que más y más gente se fuera a lanzar aviones de papel por la ventana (se nos habían acabado las gominolas de la tarta).
Siendo ya casi amanecida, Sam y yo convocamos una evacuación inmediata con la vana esperanza de dejar atrás al individuo -en adelante llamado Hombre Lapa o HL-, al lema de "seguid adelante, no miréis atrás". No hubo manera, y creo que alguno se convirtió en estatua de sal. Aún no han abierto las chocolaterías y HL ha conseguido que el rebote de nuestro benjamín llegue a un punto crítico.
HL es inmune a las indirectas, a las directas y a las amenazas de muerte. Ha llegado el momento de las medidas desesperadas. Móvil en mano finjo una monumental discusión familiar que -no soy un supervillano, no voy a desvelar los detalles- implicaba que todo el mundo menos HL había de presentarse en mi casa para desayunar. La coraza de alcohol y estulticia se quiebra: HL se despide casi con lágrimas en los ojos diciendo que no me preocupe y dando las gracias por intentar que se quedara con nosotros. Me merezco un maldito Oscar.

Finalmente abren El Castillo y celebramos la victoria con chocolate, churros y risas mil. Una vez más hemos superado nuestros propios límites. Tiemblo de pensar qué nos depara el año próximo...