lunes, 9 de abril de 2007

Semana Santa

Parece que este año he logrado respetar la Semana Santa religiosamente. Es decir, me he pasado toda la semana hecho un cristo y el domingo estaba vivo de puro milagro. Después de buscar mil alternativas a quedarme en casa, eso es lo que he hecho: estar de Rodríguez mientras los demás se iban de vacaciones. Contemos desde el primer día.

Día 1 (lunes)
Dedicado a descansar del absurdo y larguísimo fin de semana en el que hasta los grillos se fueron a dormir antes que yo. Y lo que queda por delante...

Día 2 (martes)
Salvado de la inanición porque mi hermana sabe cocinar. Día oficial del DVD (pirata, por supuesto); me he visto la mitad de las películas en cartelera sin necesidad de salir de casa. Creo que estoy empezando a desarrollar ojos facetados a causa de la cantidad de rayos catódicos que me estoy chutando.

Día 3 (miércoles)
Mi vida social se limita a mi tata y a su novio o alguna amiga que trae de vez en cuando. Hasta la teja de mi retiro monástico, localizo a mis amigos y organizamos una "breve salida" que acaba a las tantas del día siguiente en un estado muy perjudicao.

Día 4 (jueves)
Capuchones y cristos por todas partes. A ver si les dan de una vez lo que piden para que dejen de manifestarse cada año... Reventado del día anterior y en vista de que nadie llama, declaro noche de sofá y me pongo a tragar tele y a comer como un cerdito enfundado en mi traje chino de estar en casa. Cuando voy por el quinto capítulo de Héroes (los de telemadrid están locos) se presentan mi hermana y su correspondiente y se las arreglan para sacarme de casa. Vuelvo a echar un futbolín después de siglos -mi "cuñado" es un crack- y le gafo la moto al tunero que le tira los trastos a la amiga de mi hermana (juas). Una vez más vuelvo a casa huyendo de los primeros rayos solares.

Día 5 (viernes)
Yuju, mis amigos llaman. Una ruta de diez minutos para llegar al lugar de encuentro se convierte en una operación de media hora tratando de rodear/esquivar/vadear las omnipresentes procesiones; por qué nunca me acordaré de sacar de casa el lanzallamas... Tras el punto álgido de la fiesta (es decir, el Mississipi) la gente empieza a caer, y acabo solo con mi mortal enemiga. Teóricamente aquello habría acabado en un épico duelo a muerte al amanecer sobre el puente, pero decidimos posponerlo porque hacía bastante rasca. Otra oportunidad perdida, no aprendo.

Día 6 (sábado)
El propio calendario lo dice: Sábado Santo, el día más indicado para montar un buen sindiós (si no voy al infierno por mis blasfemias lo haré por mis horribles chistes). Cumpleaños de JM, mi hermano de sangre y birras; todos los signos apuntan a que éste será el día en que la ciudad se vendrá abajo. En realidad y debido a un error de planificación bastante tonto, en lugar de la esperada macrofiesta en su piso acabamos recorriendo los garitos metaleros de la ciudad repartiendo fiesta y pastelillos, y descubriendo que a) una bandeja de dulces destroza la estética gothic-punk y b) no importa cuánto cuero y pinchos lleven, al final son todos una panda golosos. Sale el sol y me meto en casita antes de entrar en combustión espontánea.

Día 7 (domingo)
Hiberno hasta el mediodía. Mis padres vuelven a tiempo para comer, la casa vuelve a su rutina habitual (bueno, es un decir). Recupero mis trazas de persona normal para acompañar a una amiga a la feria de artesanía. Hago propósito de recuperar un ritmo de sueño semidecente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno bueno bueno... Ya veo que tu semana santa dio para mucho, jaja
Pues ahora de vuelta a la vida "normal". Ten cuidado no te vayas a empanar mucho en la vida "real". Empanarse durante las vacaciones vale, pero no "durante horas de oficina". No se te puede olvidar ir metiendo puas por el mundo...
Un saludo!

El maldito pirata dijo...

Qué va, ya estoy otra vez echando instancias a escuelas y corteingleses por igual. A ver si de una vez cae algo, que toi hasta la teja ya, y tengo "horas de oficina" de verdad". La esperanza es lo último que se pierde (justo después de la cartera). ^^